Nunca podré ser como él. No puedo competir con eso. ¿Qué hago yo aquí? Quiero irme de aquí –el pecho me oprime–¿Qué estoy haciendo? Por favor... ¡Ayuda! –mi mente grita– ¿Estoy solo? No puedo. ¡No puedo! ¡Dejadme ir! –el pecho me mata– ¿Quién eres? ¿Por qué me lo haces? ¡Dime quién eres!... Sé quién eres. ¡Sueltame! – el pecho me oprime como nunca– Pensaba que ya no eras. Que ya no estabas... No puedo. Aquí me quedo. Adiós.
jueves, septiembre 28, 2006
El opresor
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