domingo, septiembre 24, 2006

El amor, la zarza y la rosa

Te toco y me apartas

Te toco y me apartas. Te amo y me dices pesado. Hago lo que me dices y me llamas idiota. Pienso como me dijiste que pensara. Mi alma me contradice. ¿Pienso o siento? Ya no lo se. Caballero de armadura de plástico, caballo de paja y lanza de madera. De puño fuerte pero débil forjada. ¿Qué sentido siento si el sentido no me orienta? Alma liosa, cadenas enzarzadas, zarzas encadenadas, zarzas de metal en camino de polvo se cierran a tu paso, se acercan con sigilo a pasos de nomo. Se agarran a tus tobillos dejándote sin movimiento libre. Pero, ¿qué es libertad sino felicidad? Asimdotas que son imposibles de alcanzar. La espada de la verdad, a la que antes no conocía, se clava poco a poco en mi pecho separando carne de hueso, desgarrando trozos de fibras musculares.

De rodillas miro como en el camino de rosas están las zarzas metálicas. Miro a la gran rosa, la más bella, que esta en frente mío, de espalda sin darse cuenta de ello, camina con paso alegre, no mira atrás. Yo, grito su nombre y ella levanta la mano y me dice que esta llegando y continúa con el mismo paso, alejándose. Cómo es posible que no se de cuenta; O, cómo es posible que dándose cuenta se quede impasible. Lo mejor será liberarse de las zarzas aunque ello retrase mi paso. Tal vez con el tiempo vuelva a seguir el paso como antes. Otras veces me he liberado, pero he vuelto a la misma zarza. Ya conocida, me sonríe.

Ahora, la miro, bajo la vista. Ya esta, mi movimiento se ha detenido. No queda ni rosa ni zarza. La oscuridad absoluta. Negro. Adiós.

No hay comentarios: